En 1958 comienza la segunda generación, cuyas máquinas
empleaban circuitos transistorizados. El transistor es un elemento
electrónico, que permite reemplazar al tubo, con las siguientes
ventajas:
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su consumo de corriente es mucho menor, con lo que
también es menor su producción de calor.
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Su tamaño es también mucho menor. Un transistor puede
tener el tamaño de una lenteja mientras que un tubo de
vacío tiene un tamaño mayor que el de un cartucho de
escopeta de caza. Esto permite una drástica reducción de
tamaño. Mientras que las tensiones de alimentación de los
tubos estaban alrededor de los 300 voltios, las de los
transistores vienen a ser de 10 voltios, con lo que los demás
elementos de circuito también pueden ser de menor tamaño,
al tener que disipar y soportar tensiones mucho menores.
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El transistor es un elemento constituido fundamentalmente
por silicio o germanio. Su vida media, es prácticamente
ilimitada, y en cualquier caso, muy superior a la del tubo de
vacío.
Como podemos, ver el simple hecho de pasar del tubo de vacío al transistor, supone un gran paso, en cuanto a reducción de tamaño y consumo y aumento de fiabilidad. Las máquinas de la segunda generación emplean además algunas técnicas avanzadas no sólo en cuanto a electrónica sino en cuanto a informática y proceso de datos como por ejemplo los lenguajes de alto nivel.