martes, 19 de mayo de 2015

La teoría del color

La composición de los fenómenos relativos a la visión cromática fue evolucionando, desde la antigüedad hasta mediados del siglo XVII, sin método científico en su mayor parte, lo cual dio lugar a conclusiones de índole pseudofilosófica.

A partir de las teorías precientíficas de la visión que, en cualquier caso, eran teorías del color, el estudio de la visión cromática pasó por una etapa de investigaciones sobre óptica y física, casi exclusivamente. El color fue en esa época, un atributo de la luz más que de la visión. Esta perspectiva fue siendo superada a medida que avanzaba el siglo XIX, para desembocar en un criterio más psicológico, ya casi en 1900.
El enfoque conceptual no varió notablemente hasta 1933, año en que la ya entonces clásica Teoría del Color adoptó el sentido estructural que aún presenta en gran medida. Durante el periodo siguiente, las diferentes investigaciones se agruparon bajo la denominación común de óptica cromática, ciencia que había incorporado las conclusiones más avanzadas sobre el color, de las tres primeras décadas de nuestro siglo.

En 1954, comenzaron a articularse los fundamentos de nuestra actual concepción del estudio del color. Los ámbitos de la psicología, de la percepción y de la fisiología de la visión cobraron mayor relieve (junto a la óptica) a la denominada cromática. Este conjunto de investigaciones incluía ya cierto interés por la detección de señales, así como una idea clara de la interacción de los estudios sobre la física, química, fisiología y psicología del color, y sobre la comunicación. El concepto de que la función primigenia del color es la de un significante, estaba ya completamente definido.

La investigación de la óptica cromática sigue las directrices estructurales que la caracterizan, desde finales del siglo XVII —Newton, Huygens—, como una ciencia de la luz y de la interacción de ésta con la materia. Resulta evidente que esta región de la ciencia del color ha sido la más beneficiada con las aportaciones tecnológicas.

Hacia 1924, las directrices de la psicocromática estaban ya prácticamente elaboradas, pero desde la perspectiva de nuestros días, la inauguración oficial de esta ciencia tuvo lugar en 1931, con el establecimiento del sistema y la norma CIE.

Para emplear el color de forma eficaz hay que entender en que consiste y como funciona. Tras desarrollar la ley de la gravitación universal, Isaac Newton (1642-1727) se interesó por las teorías d la luz y el color. Entonces se creía que el color era una combinación de luz y oscuridad. Un científico postuló que la escala de color iba del rojo intenso, que consideraba luz pura, al azul y al negro (oscuridad). Newton no compartía esta teoría, puesto que un papel blanco escrito con tinta negra no se veía en colores desde lejos. Por el contrario, el blanco y el negro se mezclaban y surgía el gris.

En la segunda mitad del siglo XVII, los científicos hicieron experimentos con prismas. La conclusión general fue que un prisma “coloreaba” la luz, a partir del punto del arco iris que se veía cuando la luz se proyectaba a través de un prisma sobre una superficie. En 1665, Newton llevó a cabo sus propios experimentos y refractó la luz a través de un prisma sobre una superficie a una distancia mucho mayor. Los resultados confirmaron que, en lugar de colorear la luz, el prisma la dividía en los colores del arco iris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. En 1666, Newton creó un esquema circular con los siete colores dispuestos alrededor de la circunferencia. La rueda del color sigue utilizándose hoy en día sin grandes cambios como una herramienta de comprensión y selección de los colores. Newton llegó a la conclusión de que la luz estaba formada por partículas o “corpúsculos”. Sin embargo, mientras tanto, el físico holandés Christiaan Hyugens (1629- 1695) trabajaba en la teoría de que la luz existía en forma de ondas. La teoría de Newton explicaba los efectos de la reflexión y la refracción de la luz, así como la proyección de las sombras, mientras que la teoría de las ondas explicaba porque los bordes de las sombras no eran nítidos.

En 1864, el físico escocés James Clerk Maxwell (1832-1879) sugirió que la luz poseía una naturaleza electromagnética y se propagaba en forma de ondas del emisor al receptor. A finales de siglo, después de que Heinrich Hertz (1857-1894) descubriera las ondas de radio y Wilhelm Röntgen (1845-1923) los rayos X, la teoría de la luz había sufrido toda una revolución. La luz visible se encuentra en un espectro que también incluye ondas de radio (de mayor longitud) y rayos X (de menor longitud), y los colores del espectro aparecen en orden de longitud de onda decreciente.

Más adelante, Albert Einstein (1879-1955) apuntaría que, después de todo, la luz puede que consista en partículas, dejando en manos de los físicos un rompecabezas todavía sin solución.

La teoría tricromática

El prisma demostró que el color era un fenómeno real, aunque al mismo tiempo confirmaba que era un elemento subjetivo. Como dijo Newton: “los rayos, propiamente dichos, son incoloros”. La pregunta de cómo crea la luz la impresión de color en la mente sigue sin respuesta.

A principios de S. XIX, el físico británico Thomas Young (1773- 1829) postuló que el ojo contenía receptores formados por partículas que “oscilaban” con determinadas longitudes de onda. Para abarcar todo el espectro haría falta una cantidad infinita de esas partículas, y como eso es imposible, Young dijo que los receptores eran sensibles sólo a una cantidad limitada de colores. El resto de los colores que vemos serían una combinación de aquellos. En un principio la teoría tricromática de Young decía que los tres colores eran el rojo, el amarillo y el azul pero más tarde cambió el amarillo por el verde. Después, el científico alemán Hermann von Helmholtz (1821-1894), pionero de la fisiología sensorial, desarrolló la teoría.

En la década de 1960, los científicos confirmaron la existencia de los receptores apuntados por Young y von Helmholtz, unos “conos” que se dividen en tres tipos sensibles a distintas longitudes de onda correspondientes a rojo (570 nm), verde (535 nm) y azul (425 nm).

La combinación de los tres colores primarios de la luz para recrear el espectro visible se conoce ahora como “aditiva”. A partir de una ausencia de luz (oscuridad), la luz de cada color primario se añade para obtener tonalidades cada vez más claras, variando las proporciones para crear distintos colores. Al combinar los colores primarios a partes iguales se obtiene luz “blanca”. La combinación aditiva de los colores tiene lugar, por ejemplo, en la pantalla de televisores, ordenadores o del cine, así como en la iluminación teatral.
Aunque la teoría tricromática de Young y von Helmholtz detallaba muchas observaciones sobre el color, no respondía a ciertas cuestiones. En la década de 1870, Ewald Hering (1834-1918) estudió la impresión subjetiva del color. Señaló que el amarillo, que se obtiene de una combinación de rojo y verde, se percibe como un color elemental, no como un verde rojizo o un rojo verdoso: no podemos ver esas combinaciones. Eso le hizo desestimar el modelo tricromático a favor de un sistema de cuatro sensaciones de color: amarillo, rojo, azul y verde, además de blanco y negro, que generan colores a través de un “proceso opuesto”.

Las investigaciones posteriores han demostrado que tanto la “teoría tricromática” como el “proceso opuesto” son ciertos. Tienen que ver con lo que sucede en distintas fases del proceso visual en el ojo y el cerebro.
De modo que científicos, artistas, ilustradores y diseñadores siguen utilizando los sistemas cromáticos basados en ambos modelos, cada uno adecuado a distintas finalidades.