martes, 19 de mayo de 2015

Sistemas de gestión del color

Hemos visto que las imágenes se pueden guardar y manipular en espacios de color definidos arbitrariamente. Aún así, un valor cromático numérico por si solo no basta para indicar a un dispositivo digital o un programa de software el color de un píxel o un vector. El dispositivo o el programa también deberán conocer el espacio cromático al que se refiere el valor, además de estar equipados con una formula para pasar de ese espacio al suyo propio.

La información mínima necesaria es la indicación del tipo de espacio cromático: RGB, LAB, HSL u otros. Los formatos de archivos de gráficos incluyen esta información en cada imagen o admiten solo un tipo, y los datos adquieren sentido siempre y cuando el modelo relevante pueda interpretar el hardware o el software. Para reproducir los colores con exactitud, sin embargo, hace falta información precisa sobre el espacio cromático específico en que se creó la imagen.

Los sistemas de gestión de color (CMS) transmiten esa información y llevan a cabo la conversión entre espacios cromáticos. El estándar de la industria para los sistemas CMS, creados por el ICC (Consorcio Internacional del Color) en los años noventa, define espacios cromáticos con archivos de software conocidos como “perfiles ICC”. Los perfiles existen tanto para los espacios arbitrarios, como Adobe RGB, como para los espacios cromáticos reales de productos como monitores, escáneres e impresoras.

Un perfil define la relación entre un modelo cromático y los espacios CIE-XYZ y CIE-LAB, que sirven de modelo de referencia o espacio de conversión de perfil (PCS). Eso significa que los datos del color se pueden traducir entre dos espacios cromáticos siempre cada uno tenga un perfil instalado.

La mayoría de los ordenadores incorporan sistemas de gestión del color ICC. Como miembro fundador de ICC, Palee creó su propio CMS, el ColorSync del Mac Os. Microsoft ha hecho lo propio y las versiones recientes de Windows son compatibles con ICC, aunque prefiere promocionar sus propias formas de gestión del color, que consiste en emplear el espacio cromático sRGB para todo. Pero esa gama es bastante más pobre, y el sistema es inapropiado para el uso profesional, en particular para el artista, el fotógrafo o el diseñador, que otorgan gran importancia al color. Por eso es poco probable que los productos profesionales de imagen lleguen a estandarizarse como sRGB. Pero un único espacio cromático no puede satisfacer las necesidades de todo el mundo y, cuando entran varios en juego, hay que recurrir a un sistema CMS para las conversiones.

Así pues, aunque a simple vista la gestión del color ICC pueda parecer un proceso complicado, su aplicación en todo el sistema es la única forma de garantizar que los colores se vean bien en el trabajo acabado.

Los perfiles ICC que incorporan los dispositivos de hardware están predefinidos, o grabados: describen el comportamiento del color especificado en el diseño del dispositivo en concreto. Hasta que no se prueba, no se puede saber si el dispositivo que hay en la caja cumple la especificación, y aún menos si seguirá cumpliéndola al cabo de seis meses. El proceso de prueba, conocido como calibración, siempre va seguido de la generación automática de un nuevo perfil ICC que coincide con el rendimiento del dispositivo durante la prueba. En algunos casos también habrá que ajustar el hardware para optimizar el rendimiento del color.

Los monitores profesionales como el Color Reference System de SONY incorporan sistemas integrales de gestión del color. Se conecta un colorímetro a la pantalla para ejecutar la calibración automática, que se tendrá que actualizar cada cierto tiempo. El color se puede calibrar con tarjetas de color IT8. Se venden como copias fotográficas o transparencias para escáneres y cámaras, así como en forma de archivos digitales para impresoras. Los espectrofotómetros con brazo de escaneo automático leen valores de las tarjetas de colores impresas. A continuación, el software los compara con una tabla de valores predeterminada para crear un perfil para la impresora. Incluso las imprentas se pueden calibrar, lo que reduce el margen de error en la reproducción del color. Los monitores se pueden calibrar a ojo para mejorar la fidelidad del color sin gastos adicionales.