martes, 19 de mayo de 2015

Reproducción y normalización del color

Si un monitor emite luz y permite la combinación aditiva de frecuencias de rojo, verde y azul, la impresión gráfica nos remite a los pigmentos y la combinación sustractiva de la luz reflejada. En este caso los colores primarios son cian, magenta y amarillo, y en el proceso de impresión no se mezclan antes de aplicarlos en la página, como en las técnicas pictóricas tradicionales, sino que las imágenes se dividen en números o tamaños proporcionales de puntos de cada una de las tintas.

La impresión en color basada en estas tintas recibe el nombre de “proceso” o “CMYK”. La cuarta tinta es el negro, llamado K para evitar la confusión con el azul B, aunque la inicial también podría ser la de Key (clave), ya que un proceso de color la plancha la plancha negra es la referencia a partir de la cual se alinean los otros tres colores. El orden de las letras es el de la impresión de las planchas, que es importante porque se emplean tintas traslucidas y se superponen los puntos. El cian, el color más intenso de los tres primarios, es el primero porque le afectan menos las superposiciones de puntos de otras tintas. En cuanto al negro sólido se sobreimprimen sin que haga falta borrar nada de las otras planchas.

Las tintas actuales están optimizadas para ofrecer los mejores resultados posibles, pero la combinación sustractiva conlleva tres problemas. El primero es la creación del negro: superponiendo todos los colores primarios al 100 % nunca se obtiene un negro puro y sólido. El segundo es la uniformidad: con porcentajes iguales de los tres colores primarios no se obtiene siempre un gris neutro. Pero todo eso se soluciona con la tinta negra. El tercer problema es la gama: la proporción del espectro visible que cubren las mezclas de tintas CMY es menor que la de muchos espacios RGB.

La solución también es incorporar más tintas. En trabajos con sólo negro y uno o dos colores sólidos (no como las fotografías), se pueden añadir toques de color sueltos o junto con CMYK para reproducir un color que no puede obtenerse en el proceso habitual. Estas tintas se especifican como números de referencia en paletas estándar como PANTONE o TOYO. La portada de una revista puede estar hecha con CMYK y un toque fluorescente o metálico en los bordes, por ejemplo. Más habitual es añadir toques de color como primarios adicionales en los procesos de color “de alta fidelidad”. El sistema Hexachrome de Pantone obtiene una gama amplia con tintas naranja y verde intenso, y ajustadas cian, magenta y amarillo.

Principios de la impresión en color:

La impresión OFFSET es el método con el que imprimen la mayor parte de las revistas y los libros ilustrados. Aunque a primera vista pueda parecer complicado, ofrece una calidad excelente a un precio razonable. Pero mandar un trabajo a imprenta tiene un coste, y las tiradas pequeñas salen muy caras. Las imprentas digitales suelen ser la mejor opción en estos casos.

Las planchas se generan a partir de fotolitos, hojas de acero emulsionadas con los componentes CIAN, MAGENTA, AMARILLO y NEGRO por separado. Los fotolitos se crean con una máquina llamada filmadora. Desde la aparición de la tecnología CTP (directo a plancha) las planchas se hacen con filmadoras de gran formato. Sea cual sea la máquina utilizada, un software de procesador de rastreo de imágenes (RIP) genera las separaciones del color a partir del documento digital original. 




El método consagrado para preparar las imágenes para la reproducción es el fotograbado en semitonos que simula el RIP. Cada placa se descompone en puntos cuyo centro se adapta a una cuadrícula pero cuyo diámetro varía según la cantidad de color necesaria. El tamaño de la trama, se calcula en las líneas por pulgada (lpi). Un valor habitual para la impresión en color de alta calidad, como la de las revistas, es 133 lpi.

La impresión digital requiere otro paso: convertir los semitonos en puntos a una resolución fija de mapa de bits. Para obtener una resolución que permita reproducir semitonos nítidos, las filmadoras funcionan a unos 2.400 ppp. Los campos de color sólidos, como el texto vectorial y el dibujo lineal, no necesitan estar en semitonos y se rasterizan directamente a esta resolución alta; así se obtienen bordes nítidos.

¿Qué tiene que ver la resolución de la imagen de 300 ppp recomendada en todo esto? Si una pantalla de 133 lpi sólo se pueden formar 133 puntos en color por pulgada, una resolución de 133 ppp parecería adecuada. Sin embargo, los píxeles no coinciden con precisión con la pantalla. Así, al aumentar la resolución mejora la calidad de impresión, pero sólo hasta dos o dos veces y media más que la trama: de ahí el estándar de 300 ppp para la impresión a 133 lpi.

En los sistemas de preimpresión se pasa la imagen a semitonos y después se convierte a mapas de bits, porque las técnicas convencionales de impresión están basadas en planchas en semitonos. Un método más directo consiste en rasterizar cada plancha con una forma de simulación. La técnica se llama “Tramado de Frecuencia Modulada” (FM) o estocástico, porque funciona con una cantidad variable de puntos, al contrario que la Amplitud Modulada (AM). En el tramado AM las tramas de separación en semitonos se tienen que ajustar para evitar el efecto MOARÉ, una ondulación de la imagen a gran escala debida a la interferencia entre formas regulares. En el tramado FM no hace falta, pues la distribución de los puntos es aleatoria. Los procesos de color de alta fidelidad se basan en el tramado FM porque no hay suficientes ángulos no conflictivos para cubrir todas las planchas, y esta misma norma se aplica a las impresoras de inyección de tinta. 




Como los puntos no tienen que forzarse en una trama de semitonos, con el tramado FM se obtiene una impresión más suavizada. Un posible inconveniente es que con la distribución aleatoria se corre el riesgo de que los puntos se acumulen; por eso se recurre a los métodos pseudoaleatorios o algoritmos para optimizar la calidad.

La INYECCIÓN DE TINTA es la opción más versátil para la impresión en color digital cotidiana. Impresoras disponibles por menos de 100€ permiten obtener páginas de una calidad similar a la de una revista, además de fotografías que apenas se distinguen de la copia original. Los modelos más caros ofrecen muchas más ventajas.

Una de esas ventajas es el tamaño. Mientras que para el uso normal basta con el tamaño folio (DIN-A4), el artista grafico suele trabajar a mayor escala. Las impresoras A4 multifunción valen unos 200€, y las A3, a partir de más del doble; estos precios son referenciales debido a los constantes cambios de los precios en este mercado, normalmente a la baja.

La fidelidad del color es otro factor diferenciador. Las impresoras de inyección de tinta obtienen resultados satisfactorios a un precio asequible, pero a menudo a costa de colores sobresaturados y falta de precisión.

Las impresoras diseñadas para una resolución fiel del color gestionado por un perfil ICC rondan los 1000€. Estas máquinas han revolucionado el ámbito de las pruebas de impresión porque, dada la calidad de imagen que ofrecen, se puede tener a bajo coste una idea muy aproximada de cómo quedará una composición una vez impresa. 




Hasta hace poco, las pruebas de color se generaban con sistemas de transferencia química basados en películas de marcas como CROMALIN y MATCHPRINT, propiedad de las empresas de preimpresión, lo que para el cliente suponía unos 70€ por hoja. Hoy día las impresoras de inyección de tinta ofrecen buenos resultados por una décima parte de ese precio, en parte gracias a los procesos de seis tintas cuyas gamas superan las de una imprenta CMYK. Un requisito para una impresión de alta calidad es un buen RIP, incorporado en la impresora o suministrado como paquete de software para el ordenador. Las impresoras más básicas no incorporan ningún RIP y no interpretan PostScrip. Por lo tanto, recurren al software de gráficos del ordenador para rasterizar las páginas.

A la tecnología de inyección de tinta también se recurre cada vez más en las imprentas digitales. Esta opción es la más adecuada para trabajos de tiradas cortas: aunque el coste por página es alto y la velocidad de las imprentas digitales, baja, los costes de confección de planchas y de configuración de la imprenta offset son muchos mayores. En lugar de contratar los servicios de una empresa para que haga los fotolitos, basta con enviar un archivo digital a la impresora, normalmente en formato PostScrip o PDF. Sin embargo, todo el proceso debe llevarse a cabo correctamente, con los ajustes de preimpresión adecuados, y esta es una tarea complicada para quien está poco versado en reprografía. La impresora suele llevar un folleto donde se explican todos estos detalles.

Las imprentas digitales incorporan gestión del color ICC, como los RIP, pero todo cambia si luego las planchas se imprimen en offset. En general, el color de la imprenta se calibra mediante el sistema del fabricante, y luego se comparan las primeras páginas de un trabajo con la prueba suministrada para hacer los ajustes necesarios. Pero aún así cabe esperar desviaciones. Algunas imprentas recalibran la impresión de forma automática durante el curso de un trabajo según la respuesta de los sensores, con lo que se obtiene una coherencia cromática. Conviene comentar este tema con el impresor.

Otras tecnologías de impresión en color son la IMPRESIÓN LASER, la de tinta sólida, la de sublimación de color y la fotográfica con exposición láser. Las impresoras láser de escritorio se venden a precios razonables, pero siguen eligiéndose más por la rapidez que por la calidad de imagen. Las impresoras de tinta sólida, disponibles casi exclusivamente en la marca TEKTRONIC de Xeros, crean la imagen sobre el papel con un chorro de cera licuada. Son asequibles pero no suelen gustar tanto como las de inyección de tinta, aunque admiten una gran variedad de tipos de papel.

Las impresoras de sublimación de color permiten variar constantemente la cantidad de tinta que se imprime en la página sin necesidad de tramados, aunque la impresión suele ser lenta y los materiales, caros; las impresoras fotográficas, que se conectan a las cámaras digitales, son la encarnación más habitual de este tipo de dispositivos. Los métodos de exposición láser, utilizados más en tiendas de revelado fotográfico, construyen una imagen digital en lugar de un negativo. La imagen se reproduce luego mediante el revelado fotográfico convencional, lo que permite generar copias de fotos tradicionales a partir de tomas hechas con una cámara digital u otros archivos de imagen.

La visualización del color

La creación de material gráfico para su visualización en pantalla, sea en una web, en un quiosco interactivo, no dista mucho del diseño para la impresión.
La mayoría de los ordenadores están equipados con monitores basados en tubos de rayos catódicos (CRT), como el de los televisores. En comparación con los elegantes circuitos electrónicos de estado sólido del interior del ordenador, el CRT es un artilugio difícil de manejar que se resiste a todo intento de miniaturización. Pero ofrece una calidad de imagen excelente, sin olvidar los altos niveles de brillo.

Este es un factor determinante e el ámbito de la reproducción en color, puesto que la diferencia entre el negro (carencia de iluminación) y el blanco (iluminación máxima) dicta la gama cromática global del monitor. Como el monitor no puede generar un negro más oscuro del que aparece en la pantalla, necesita aclarar el blanco al máximo.

La tecnología de monitor de estado sólido más conocida, LCD (pantalla de cristal líquido), intenta competir en brillo con la CRT. La iluminación procede de una serie de lámparas que retroiluminan toda la pantalla, y la luminancia de cada punto depende de la opacidad variable de la partícula de cristal líquido que hay delante. Esta disposición no solo tiende a limitar el brillo, sino que significa que la luminancia que se percibe depende del ángulo de visión. Este efecto puede detectarse incluso dentro del área de la pantalla, de modo que los colores de los extremos se ven distintos a los del centro. Los mejores monitores de LCD actuales ofrecen brillo y una coherencia comparables a los CRT, y los profesionales del ámbito gráfico los usan cada vez más.

En un monitor CRT, los rayos de electrones impactan en las partículas de fósforo que recubren la pantalla, donde se comprueban con una máscara de sombras o parrilla de apertura. El fósforo emite luz roja, verde o azul. En un monitor LCD, el voltaje que se aplica a las partículas de cristal líquido determina si la luz pasará o no a través; un filtro crea elementos RGB de cada píxel.